
El azúcar, la sal y la grasa son los tres ingredientes fundamentales con los que se ha conseguido la llamada “fórmula de la felicidad” en los alimentos ultraprocesados de la fast food o comida rápida. Este trío no ha sido elegido al azar. En realidad, es una felicidad engañosa, que hará que queramos volver a comer una y otra vez ese producto buscando sentir de nuevo esa mezcla de sabores y texturas que no somos capaces de conseguir con otros alimentos no procesados.
CÓMO SE CONSIGUE LA FALSA FELICIDAD DE LOS FAST FOOD
El azúcar y la sal potencian el sabor de los alimentos, a la vez que consiguen alargar la vida útil del producto, ya que tienen un ligero efecto conservante.
Además, el azúcar es capaz de activar un circuito de recompensa en el cerebro que nos hace sentir mejor. La grasa, por su parte, provoca una sensación de palatabilidad (atractivo al paladar por su sabor, aroma, textura…) que llena nuestra boca y que consigue una textura más suave.
A esa sensación se le ha denominado “BLISS POINT”. Este término fue creado por el psicofísico Howard Moskowitz para referirse a la optimización del sabor de un producto que genera en el consumidor la “necesidad” de recurrir a él una y otra vez.
Lo que buscaba el doctor Moskowitz en los años 80 era modificar la composición de los alimentos para lograr que fueran muy apetecibles y generar que los soldados estadounidenses ingirieran más nutrientes mediante los Meals Ready-to-Eat (los clásicos paquetes de alimentación individual). Así los jóvenes percibían una sensación de placer irresistible y se les animaba así a consumir más productos.

Llamó bliss point a ese impulso de satisfacción absoluta que se lograba al combinar la sal y el azúcar (potenciadores del sabor) junto a la grasa (que eleva la sensación de palatabilidad). Aquello fue un éxito.
La industria alimentaria no dudó en sacar partido del bliss point, ese punto de éxtasis sin llegar a saturar de manera que empresas como Campbell Soup, General Foods, Kraft o PepsiCo empezaron a incluir aquella fórmula. El objetivo era claro: crear adictos de esa sensación de dicha y satisfacción absoluta al consumir una serie de productos diseñados con la “receta mágica”.
El bliss point en los productos alimentarios se basa en aplicar una cantidad justa y adecuada de grasa, sal y azúcar. Una simple galleta, por ejemplo, es el resultado de una combinación de elementos con una meta clara: lograr que comas muchas. Los fabricantes esperan que cojas 5 de una sentada y que después vuelvas al supermercado a por más.

Cuando se da la combinación perfecta de los tres ingredientes, junto a la textura, la repetición en la compra está asegurada. Es necesario añadir que estos productos son relativamente accesibles y tienen precios no elevados.
QUÉ TIENEN EN COMÚN LOS PRODUCTOS QUE HACEN LLEGAR AL ‘BLISS POINT’
Patatas fritas, salsas de tomate o similares, pan de molde, galletas de chocolate, tartas… ¿Qué ocurre? Que no solo conquistan a los adultos, sino también a los niños, convirtiéndolos en adictos a productos nada saludables. Incluso muchos alimentos supuestamente infantiles (zumos, yogures, etc.) incluyen esta combinación. Son alimentos que, además, se tienden a ofrecer para la merienda o en cumpleaños y los fines de semana.
Normalmente se trata de alimentos con sabores intensos que saturan nuestras papilas gustativas instantáneamente. Obtendremos una explosión de sabor que no encontramos en otros alimentos. Los sabores son tan fuertes e intensos que no podemos apreciarlos por separado.
Ese es el motivo por el que muchos alimentos como (hamburguesas, pizzas…) tienen sabores muy similares, aunque nos digan que los ingredientes son distintos. Nuestras papilas gustativas se han saturado y no somos capaces de diferenciar demasiado el sabor. El mayor inconveniente de este asunto es que no solo consumiremos estos productos, sino que, como no encontramos la misma sensación en los que no son ultraprocesados, podríamos dejar de consumir unos por otros buscando aquella sensación que nos hizo “felices”.

Además, están ideados con una textura blanda para que resulten muy sencillos de tragar. No hay que masticarlos demasiado, lo que nos lleva al concepto de “dispersión de densidad calórica”. Esta característica hace que no seamos tan conscientes de la cantidad de calorías que estamos consumiendo en un solo bocado, así que seguiremos comiendo hasta que nos lo hayamos terminado todo. Con la misma sensación de saciedad, habremos consumido muchas más calorías que en un producto no ultraprocesado y que implique mayor masticación.
ASÍ NOS ENGANCHAN LOS LOCALES DE LA COMIDA RÁPIDA
Se caen los ingredientes, chorrean las salsas y algunos pierden su buena pinta si se enfrían… Quizá el nombre de “comida rápida” procede de la forma en que nos obliga a comer y no de cuánto se tarda en prepararla o servirla.
Las ventas totales de los establecimientos de comida rápida en España se situaron en los 4.680 millones de euros en 2022, un 18,6% más que en el año anterior, después de haber visto aumentadas sus cifras en un 27,3% durante 2021. Según Statista hasta un 23% de la población acude a restaurantes que ofrecen este tipo de alimentos. No obstante, este porcentaje se encuentra muy por debajo de las cifras que presenta el delivery. Y es que algunos proveedores brindan a las personas la posibilidad de que la comida les llegue a sus hogares, una opción que desde la pandemia ha tenido mayor demanda.

Estas franquicias son expertas en hacernos llegar al Bliss Point combinando azúcares en los refrescos, sal en las patatas y grasas en las hamburguesas. Pero no solo encandilan a nuestro estómago, también a nuestro cerebro. Cada cadena de restauración tiene colores e instalaciones característicos para una identificación sencilla. Nuestro cerebro se sentirá “más cómodo” en un sitio que reconoce con facilidad. Si acabamos de llegar a un lugar que no conocemos, estamos cansados del viaje y no nos apetece investigar dónde comer, probablemente acabemos en uno de estos locales: sabemos qué pedir, qué esperamos del restaurante y cómo nos vamos a sentir allí.
CÓMO ESQUIVAR LAS CALORÍAS DE CARRETERA
Y tendrán detalles especiales para los niños, ya sean regalos, zonas de juego o ambas cosas. El éxito está garantizado. Es con los pequeños con quienes debemos tener un cuidado especial. En muchas ocasiones asociamos ir a estos centros en momentos de estar uniendo la celebración a la necesidad de consumir comida rápida y ultraprocesada. Además, es posible que luego sea más complicado volver al consumo de alimentos sanos como las verduras, menos dulces y que cuestan más masticar.

Es importante que, con ellos, demostremos que acudir a estos establecimientos no constituye un premio, sino una opción esporádica y que la comida saludable es el mejor hábito.
Por todo esto es importante una buena educación nutricional y aprender desde pequeños unas pautas de alimentación saludables aprendiendo a elegir alimentos naturales y a cocinar en nuestros hogares sabiendo llevar un plan de alimentación sano.
1. EVITAR LA TENTACIÓN
Hay que tener en cuenta que el acceso final a ese tipo de productos se lo proporcionamos nosotros. Si bajamos la guardia y cedemos, estamos proporcionando a nuestros hijos la posibilidad de comer estos productos. Sabemos que son ultraprocesados pero los compramos para un consumo ocasional porque “están ricos”. Así que no deben ser una alternativa. No deben estar incluidos en nuestra lista de la compra.
2. SI VAS A UN LOCAL DE COMIDA RÁPIDA
En el caso de ir a comer a uno de estos locales, tendremos que poner especial atención en lo que escogemos.
- Ternera mejor que pollo. Si comeremos una hamburguesa, es mejor elegir ternera, salvo que podamos comprobar que el origen es 100 % pollo. Los nuggets o las hamburguesas de esta ave son mezclas de carne de pollo separada mecánicamente con almidones y elaborada con el sobrante que queda en las carcasas del pollo tras el despiece. De ahí resulta una masa que, unida a saborizantes y almidones, podrá adoptar la forma deseada.
- Evita los rebozados. En muchos de estos preparados de pollo la cantidad de rebozado puede llegar a ser de hasta el 50 % del peso total del producto.
- Agua, por favor. Para beber, esta opción siempre será más correcta que la del refresco azucarado. Si unimos estos últimos al resto del menú, estaremos complicando más nuestra ingesta calórica.
- No caigas en la tentación del menú grande o gigante. El incremento monetario es poco, pero la dispersión de densidad calórica aumenta mucho la cantidad que vamos a comer.
Cuídate y regula la elección de estos alimentos adictivos con alternativas sanas esquivando estos baches en tu carretera saludable.
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