COCINAR EN CASA: UN ACTO DE RESISTENCIA FRENTE A LA INDUSTRIA ALIMENTARIA

Cocinar en casa, un acto de resistencia frente a la industria alimentaria

Juan Roig, presidente ejecutivo y accionista mayoritario de Mercadona, afirma que las cocinas desaparecerán para 2050. Con esta declaración, pronostica el fin de la comida casera, un cambio que no es casual ni inocente. En la última presentación de resultados de la cadena de supermercados, se destacó un aumento del 37% en sus beneficios en 2024, impulsado, entre otras cosas, por su línea de comida preparada “Listo para comer”, lanzada en 2018 y que por primera vez ha generado ganancias.

Actualmente, Mercadona ya ofrece esta gama de platos en 1.200 de sus 1.614 tiendas en España, y su expansión sigue en aumento. A la vez, la compañía apuesta por simplificar los productos frescos, reduciendo así el tiempo que las personas dedican a cocinar. ¿Pero qué implica realmente esta tendencia de alejar a la sociedad de la cocina casera?

Más que una cocina: un espacio de autonomía

Podría parecer la queja de un nostálgico de la cocina, pero no lo es. Como bien señala la periodista Laura Caorsi, defender la cocina como actividad y espacio de poder no es un rechazo a la innovación o la comodidad, sino una cuestión de autonomía.

Las condiciones de vida actuales no facilitan cocinar: muchas personas no tienen tiempo, energía ni conocimientos suficientes para preparar sus propios alimentos, incluso cuando desearían hacerlo. Sin embargo, la cocina es mucho más que un lugar para preparar comida. Ha sido históricamente un espacio de convivencia, aprendizaje y transmisión cultural:

  • Un punto de encuentro familiar, donde se comparten trucos culinarios y recetas que pasan de generación en generación.
  • Un espacio de creatividad y cuidado, donde improvisamos, experimentamos y demostramos afecto a través de los platos que preparamos diciendo “te quiero”.
  • Un refugio contra la prisa, donde podemos desconectar del frenesí diario mientras vigilamos un sofrito, casi tan hipnótico como mirar una hoguera.
Cocina, un espacio de creatividad y cuidado

Sin embargo, las cocinas modernas tienden a ser cada vez más pequeñas y poco funcionales, lo que refleja una realidad: el sistema nos quiere más consumidores y menos cocineros.

El tiempo que nos arrebatan

Cocinar se ha convertido en un acto contracorriente. En un mundo que nos exige producir constantemente, la cocina queda relegada, no por falta de convicción, sino por agotamiento.

Cocinar es un punto de encuentro familiar

No se trata solo del momento de cocinar:

  1. Planificar la compra y hacerla.
  2. Decidir el menú.
  3. Conocer o buscar recetas.
  4. Preparar los ingredientes y cocinar.
  5. Recoger y limpiar.
Preparar los ingredientes y cocinar

Este proceso es inviable para muchas personas, especialmente en un contexto de jornadas laborales extensas, largos desplazamientos y estrés constante. La industria alimentaria sabe esto y se aprovecha de nuestra falta de tiempo para vendernos soluciones rápidas y precocinadas.

Perder la cocina, perder el control

Dejar nuestra alimentación en manos de las empresas de comida preparada tendría múltiples consecuencias:

1. Menos control sobre nuestra salud.

La industria alimentaria prioriza sus beneficios sobre nuestro bienestar. Los ultraprocesados, por muy “caseros” que se vendan en los envases, rara vez igualan la calidad nutricional de la comida preparada en casa.

2. Menos libertad en la alimentación.

Si dejamos de cocinar, dejamos también de decidir qué comemos realmente. La oferta la dictará la industria, reduciendo la diversidad gastronómica y cultural.

3. Pérdida de un patrimonio culinario invaluable.

La cocina es cultura, identidad y tradición. Dejarla en manos de empresas es renunciar a un legado que ha pasado de generación en generación.

La cocina es cultura, identidad y tradición.

Esto no significa renunciar a todos los productos procesados. Usarlos estratégicamente puede facilitarnos la vida: legumbres cocidas, verduras congeladas o ensaladas listas para consumir son aliados, siempre y cuando la elección sea nuestra y no impuesta por un sistema que nos arranca el tiempo de cocinar.

Cocinar como acto de resistencia

La disputa por las cocinas, concebidas como un espacio de autonomía, refleja con gran nitidez el impacto del productivismo y la voracidad comercial. Vivimos en un sistema que nos priva de tiempo de calidad para luego revenderlo en forma de productos, incluida la comida. Por eso, cocinar en casa se ha convertido en un acto de resistencia frente a un modelo que nos prefiere como simples consumidores en lugar de protagonistas activos de nuestra alimentación.

El periodista y activista Michael Pollan lo expresó hace más de 10 años: cocinar es revolucionario. Dedicar tiempo a preparar nuestra comida es una declaración de independencia ante las corporaciones que buscan convertir cada momento de nuestras vidas en una oportunidad para consumir.

Por mi parte, seguiré cocinando. Porque elegir lo que pongo en mi plato no es solo para conseguir alimentarme de forma sana, disfrutando de los sabores, aprendiendo e innovando con mis preparaciones culinarias sino un derecho que no estoy dispuesta a perder.

Si quieres realmente cuidarte y alimentarte equilibradamente con una cocina saludable y equilibrada te ofrezco el 𝗣𝗿𝗼𝗴𝗿𝗮𝗺𝗮 𝗖𝗢𝗔𝗖𝗛𝗜𝗡𝗚 𝗡𝗨𝗧𝗥𝗜𝗖𝗜𝗢𝗡𝗔𝗟 “COCINAMOS CONTIGO”. Conseguirás mejorar tus hábitos nutricionales sin restricciones.

Te invito a una sesión de 𝗡𝗨𝗧𝗥𝗜𝗖𝗢𝗔𝗖𝗛 𝗱𝗲 𝗱𝗶𝗮𝗴𝗻𝗼́𝘀𝘁𝗶𝗰𝗼 𝗼𝗻𝗹𝗶𝗻𝗲 𝗚𝗥𝗔𝗧𝗜𝗦, reserva tu plaza en este link: https://ecomimarse.es/reserva-sesion/

🥕¡Que tengas un feliz día y te ecomimes mucho!🥕

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *