¿Sabías que el 95% de las dietas no funcionan a largo plazo? Aunque la gran mayoría de ellas permiten perder peso, no ocurre lo mismo con el mantenimiento de los resultados en el tiempo. Esto se debe a una razón principal: la falta de flexibilidad.
Te cuento los motivos por los cuales es vital tener claro para qué sirve la flexibilidad cuando se lleva a cabo un cambio de forma de alimentación.
1. Nadie puede estar a dieta de por vida.
Es muy difícil eliminar determinado tipo de alimentos para siempre. Se pueden suprimir temporalmente pero cuando la persona finalice la dieta volverá a consumirlos. Por eso, es vital saber compensar los excesos de forma saludable sin cuando elegimos un alimento que es más energético y saber cómo combinar los alimentos de forma adecuada.
2. Combatir la ansiedad.
Cuando una persona tiene “alimentos prohibidos” en la dieta, esto le crea más ansiedad de comerlos. Por eso es recomendable tener presente que se puede comer de todo, incluso los productos más calóricos. Lo importante es saber cómo consumirlos y en qué cantidades.
3. Continuar con la vida social.
Al seguir una dieta estricta de alimentación, hay personas que tienden a restringir sus salidas sociales y a cambiar sus hábitos normales de vida. Esto es muy habitual ya que así no se cae en tentaciones. Esto tampoco es recomendable, ya que el resultado es seguir un régimen aburrido y tedioso que no llevará a ninguna parte.
4. Prohibir algunos alimentos crea más ansiedad.
Te recomiendo tener presente que se puede comer casi de todo y encajarlo en un Plan de alimentación semanal.
5. Reeducación de hábitos alimenticios.
Es imprescindible que cuando empezamos un proceso de adelgazar se produzca una re-educación de los hábitos alimenticios. Hay que tener presente que se puede comer y perder peso. Tampoco es bueno saltarse comidas o ayunar.
QUÉ ES LA DIETA FLEXIBLE
A diferencia de lo que muchos creen, la dieta flexible no implica comer lo que tengamos deseos en cantidades ilimitadas, sino que implica no erradicar ningún alimento de la dieta y en el marco de una alimentación variada, incluir alimentos placenteros.
Aunque en una dieta flexible deben primar alimentos nutritivos y un déficit energético que nos permita adelgazar, siempre es posible degustar un postre apetecible, aunque este no sea sin azúcar añadido y bajo en calorías.
Es decir, para que verdaderamente perdamos peso, es necesario que primen alimentos saludables y ligeros, pero también es admitido en una dieta flexible incluir dulces, por ejemplo, u otros alimentos que nos apetezcan en cantidades (y raciones) limitadas.
En mi Programa de Coaching nutricional se permite cierta flexibilidad y se aprende a buscar qué una versión más sana de ese plato o alimento que tanto nos gusta pero que no es recomendable.
CLAVES PARA LLEVAR A CABO UNA DIETA FLEXIBLE
1. EVITA LLEGAR CON MUCHO HAMBRE A LAS COMIDAS
Cuando hemos pasado muchas horas sin comer, es normal que nuestro cuerpo tenga niveles de hambres elevados y ante estos, hormonas como la ghrelina por ejemplo nos empuja a escoger alimentos placenteros, que eliminen el estrés y aporten muchas calorías fáciles de asimilar.
Suele ser común que se termine consumiendo alimentos como bollos, snacks, chucherías, fiambres u otros que no son en absoluto saludables.
Lo recomendable es evitar estar muchas horas sin comer y fraccionar nuestra dieta, intentando evitar largas horas de ayuno.
2. PLANIFICAR LAS COMIDAS
Para no caer en la tentación de comer comida comprada o de desayunar un bollo y un café porque no hay nada en casa para consumir, lo mejor es planificar las comidas de cada día, pensando, aunque sea, con horas de antelación lo que comeremos en la próxima ingesta.
De esta forma, limitamos el número de comidas «placenteras» y poco sanas que incluimos en la dieta diaria. Es decir, las comidas preparadas y listas para el consumo.
3. APRENDE A DIFERENCIAR HAMBRE DE APETITO
Reconocer la diferencia entre la necesidad de comer o hambre y los deseos o el apetito resulta clave.
El hambre aparece y se desarrolla cuando nuestro cuerpo no tiene energía y demanda combustible, mientras que el apetito surge a pesar de que no tengamos la necesidad fisiológica de ingerir alimento, sólo por placer.
Si tenemos hambre podemos comer cualquier cosa y ello nos satisfará, por lo tanto, en estos momentos recomendamos siempre optar por alimentos saludables, mientras que si tenemos apetito desearemos algo en concreto, específico, frecuentemente placentero y poco sano.
Por eso, lo más aconsejable es que limitemos las veces que ingerimos alimentos por apetito (sin eliminarlas por supuesto), y que la mayor parte de las veces que consumimos alimentos lo hagamos por hambre. Esto se traduce en una alimentación más consciente y ajustada a las necesidades del cuerpo.
Si reconocemos que tenemos apetito, deseamos por ejemplo un dulce y hace ya uno o más días que no consumimos nada poco sano o placentero, quizá sea momento de responder a esta «tentación».
Si deseamos un dulce, por ejemplo, intentemos especificar qué deseamos comer puntualmente, por ejemplo: un helado o un bollo de chocolate. Una vez especificado el alimento que deseamos, es recomendable comprar una unidad (no más) de aquello que vamos a ingerir. Por ejemplo, comprar un helado de los sabores que más nos agraden y no una tarrina completa o un kilo de helado.
Una vez tengamos la unidad del alimento o plato que deseamos, es importante sentarnos a degustarlo, sin distracciones y disfrutando. Para ello, es recomendable comer despacio, prestar atención a lo que estamos comiendo y saborear cada bocado. Te aseguro que así lo disfrutarás de verdad.
Sólo de esta forma lograremos calmar el apetito o deseos de comer ese «algo» que nos genera placer.
4. CREAR UN AMBIENTE SEGURO
Rodearnos de salud. Recuperando el concepto que esbozamos antes, siempre es recomendable rodearnos de alimentos sanos, nutritivos y en lo posible, que nos ayuden a llevar una dieta ligera para adelgazar.
Es aconsejable cuidar y evitar tener alimentos “tentación” a nuestro alcance para que no tengamos que debatirnos sobre si lo como o no lo como.
Un ambiente seguro es aquel que no pone en riesgo todo el tiempo nuestra alimentación sana ni tampoco aquel que nos exige en demasía control «para no tentarnos».
Por el momento, cuando empiezas a cambiar tu alimentación lo aconsejable es llenar el refrigerador y nuestra despensa de alimentos saciantes y nutritivos. Quizá en algún momento aprendamos a tener en casa alimentos poco recomendable y podamos estar rodeados de chucherías y snacks sin tener deseos de consumirlos (salvo de vez en cuando).
5. REGULAR LAS PORCIONES
También resulta fundamental no excedernos en las cantidades que vamos a tomar en cada comida. Es una cuestión que te lleva tiempo para saber y regular, pero hay trucos muy buenos para que no nos pasemos.
- Llevar la comida ya servida a la mesa
- Usar platos pequeños y nunca comer directamente de la olla o del envase.
- Sentarse a la mesa sin distracciones ya que eso nos permite tomar conciencia de las cantidades que ingerimos.
- Masticar mucho cada bocado y comer despacio, para favorecer el desarrollo del proceso de “saciedad” y así no ingerir más cantidad de lo que realmente necesitamos en cada comida.
Se flexible en tus cambios e inicia un camino para adelgazar que sea efectivo pero saludable de forma que consigas mantener esos nuevos hábitos en tu vida.
Para que adquieras tu peso ideal disfrutando y comiendo de forma flexible te ofrezco mi PROGRAMA DE COACHING NUTRICIONAL con el que aprenderás nuevas rutinas nutricionales sanas y duraderas para siempre.
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¡Que tengas un feliz día y te ecomimes mucho!